¿Cómo adaptar tu rutina facial en invierno?

Con la llegada del invierno , es necesario adaptar nuestra rutina de cuidado facial para que el viento y los cambios bruscos de temperatura y humedad en el ambiente no dañen nuestra piel.

La piel tiene un manto superficial llamado manto hidrolipídico, cuya función principal es proteger la piel de agentes externos y evitar la pérdida de agua de la misma. 

Este manto hidrolipídico está compuesto principalmente de agua, sebo (grasas y lípidos) y sudor. 

Cuando el manto hidrolipídico y sus componentes están en equilibrio, estamos frente a una piel sana. Pero, si la proporción entre agua, sebo y sudor se desbalancea, entonces el desequilibrio se manifiesta. Por ejemplo, si la proporción de sebo es muy baja, la piel se seca; cuando la proporción de agua es muy baja, estamos frente a una piel deshidratada y por el contrario, si hay un exceso de sebo, esa piel se vuelve grasa.


El frío provoca una vasoconstricción (oclusión) de los capilares exteriores, es decir, llega menos sangre a las capas superiores de la piel para evitar una pérdida de temperatura (por el frío) que pudiera comprometer a todo el organismo. Al generase este desequilibrio, la barrera se resquebraja. La piel tampoco es capaz de preservar su propia humedad y se reseca. Los cambios de temperatura bruscos, como salir de un edificio con calefacción a una calle con frío y viento, también alteran el normal funcionamiento de los mecanismos de hidratación.

La epidermis se vuelve tan frágil que cualquier pequeño roce produce erosiones o heridas, por eso en invierno es tan habitual tener pequeños cortes en ciertas zonas del cuerpo. Este proceso de deshidratación da pie a un círculo vicioso de desecamiento: cuanto más se deteriora la piel, más humedad pierde, más vulnerable se muestra a irritaciones, más rojeces y, de nuevo, más sequedad. De allí surge la necesidad de buscar texturas muy hidratantes durante los meses más fríos del año y no saltarse la rutina diaria de hidratación antes de salir de casa.

 

  1. Usá un limpiador facial en formato leche o crema: es importante que desde el primer momento utilices productos que hidranten y no resequen tu piel. 
  2. Tónico: ¡Paso infaltable para esos días en los que tu piel está muchísimo más seca! Elegí alguno que no lleve únicamente agua, sino también otros ingredientes que ayuden a retener la humedad en la piel (humectantes). De lo contrario, podrías causar un efecto rebote y provocar todavía más irritación.
  3. Sérum: nutrirá tu piel y la protegerá del medio ambiente. 
  4. Crema facial: potenciá la hidratación de tu piel con un sérum humectante, eso logrará que no se fracture ni se reseque. 
  5. Contorno de ojos: estaa área del rostro es la más delicada, por eso la tenemos que cuidar siempre, ya que unos ojos cansados reflejan un rostro apagado y acentúan más las ojeras.
  6. Protegé y repará tus labios: la piel de los labios es tan fina y delicada que es la primera zona del cuerpo en experimentar cambios con el frío. Sequedad y cortes en los labios son comunes en casi todas las personas ¡No te olvides de exfoliarlos, hidratarlos y protegerlos!
  7. Importantisimo: ¡No te olvides de hidratar tu cuerpo! Siempre solemos olvidar la hidratación de las manos y el cuerpo.
Por último, para contribuir al bienestar de la piel, además del cuidado externo también recomiendo el consumo de los dos litros diarios de agua recomendados para "ayudar a mantener la hidratación de la piel de manera natural", así como descansar e incorporar otros hábitos saludables a tu rutina diaria. 

¿Te sirvieron estos tips? ¡Que venga el frío que no le tenemos miedo!

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