A FLOR DE PIEL

La piel es como una hoja de papel en donde la vida va escribiendo las alternativas de sus recorridos, los dolores, las penas de amor, las experiencias de alegría, las vergüenzas, los odios, las culpas, las pérdidas…

En muchos sentidos, la piel cumple la función materna: cobija, nutre, acaricia y protege. Su belleza depende del modo en que la persona recibe y procesa su experiencia de vivir, de su relación con el mundo y de la manera de gozar en sus vínculos.

La piel también puede hablarnos de los límites. Qué tan cerca o lejos queremos estar de alguien o de algo. ¿Acaso nunca dijiste: ''No quisiera ni que me roce'', o al revés: ''Lo quiero sentir cerca''? La piel nos habla de mil emociones: se eriza si algo nos da deseo o se enrojece si hay vergüenza. 

De este modo, según los momentos de la historia de cada persona, la piel cambia y refleja su estado emocional interior.

La piel expresa las heridas y los goces de un alma. Florece cuando el alma se eleva y se marchita cuando el alma se apaga.

Es por esto, que al entender nuestras emociones y escuchar nuestro cuerpo, también estaríamos entendiendo el motivo por el cual hoy mi cuerpo responde, creándome síntomas o enfermedades, y lo MÁS IMPORTANTE: entenderíamos por dónde empezar para erradicar el problema en cuestión.

"Si los ojos son la ventana por donde mirar el alma, la piel es la memoria siempre presente, la puerta de acceso al interior del ser."



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